La compasión es uno de los valores más profundos del corazón de Dios. No se trata solo de sentir lástima por alguien, sino de mover el corazón hacia la acción para aliviar el sufrimiento del prójimo. En la Biblia, la compasión no es una emoción pasajera: es una respuesta que refleja el carácter mismo de Cristo.
1. Dios es la fuente de toda compasión
Desde el Antiguo Testamento, se nos muestra que Dios es compasivo y misericordioso.
“El Señor es compasivo y clemente, lento para la ira y grande en amor.”
— Salmos 103:8
Este versículo nos recuerda que la compasión no es una cualidad opcional para los creyentes, sino una parte esencial del carácter de Dios. Ser compasivos es imitar Su corazón.
2. Jesús, el ejemplo perfecto de compasión
En los Evangelios vemos cómo Jesús se conmovía profundamente por las personas.
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.”
— Mateo 9:36
La compasión de Jesús no se quedó en palabras. Él sanó a los enfermos, alimentó a los hambrientos y consoló a los afligidos. Su ejemplo nos enseña que la verdadera compasión siempre se traduce en acción.
3. La compasión en nuestra vida diaria
Como cristianos, estamos llamados a reflejar esa misma compasión en nuestro trato con los demás.
“Sed más bien bondadosos y compasivos unos con otros, perdonándoos mutuamente, así como Dios os perdonó en Cristo.”
— Efesios 4:32
Ser compasivos implica ponernos en el lugar del otro, escuchar, ayudar, y extender gracia incluso cuando no es merecida. En un mundo lleno de indiferencia, la compasión se convierte en una poderosa luz que apunta hacia Cristo.
4. La compasión transforma corazones
Cuando practicamos la compasión, no solo bendecimos a otros, sino que también somos transformados. Nuestros corazones se ablandan, aprendemos humildad y crecemos en amor.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”
— Mateo 5:7
La compasión nos acerca más a Dios, porque nos enseña a amar como Él ama: sin condiciones.
Conclusión
La Biblia nos llama a vivir una fe activa, que no pasa de largo ante la necesidad. Ser compasivos es seguir los pasos de Jesús, llevar esperanza a quien sufre y mostrar el amor de Dios con hechos concretos.
Que cada día podamos pedirle al Señor un corazón sensible, dispuesto a servir, perdonar y consolar. Porque cuando amamos con compasión, el mundo ve a Cristo en nosotros.
“Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”
— Colosenses 3:14