“Jehová es mi pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1) no es solo una frase bonita para poner en un cuadro, es una verdad que ha dado esperanza a millones de personas a lo largo de la historia.
Este versículo nos recuerda que Dios no es un ser distante ni indiferente, sino un Pastor cercano que cuida con amor cada detalle de nuestra vida.
Así como un pastor guía a sus ovejas por caminos seguros y les provee alimento y descanso, el Señor se encarga de nuestras necesidades, tanto las que vemos como las que no.
Confiar en Él no significa que nunca pasaremos por pruebas o momentos difíciles, sino que, incluso en los días más oscuros, podemos estar seguros de que no nos abandonará. Su presencia nos da paz cuando hay incertidumbre, fortaleza cuando nos sentimos débiles y dirección cuando no sabemos hacia dónde ir.
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