Hay días en los que la tristeza llega sin pedir permiso. Se instala en el pecho como una nube pesada, y todo parece más lento, más gris. En esos momentos, puedes sentir que estás solo… pero no lo estás.
Dios ve tu corazón.
Dios no ignora tus lágrimas ni tus silencios. Él conoce tu historia completa, incluso las partes que nadie más entiende. Y aunque no siempre lo sientas, Él camina contigo, incluso en tus noches más oscuras.
Recuerda esto: tu tristeza no es tu final.
Es solo una página más en un libro lleno de capítulos por escribir. A veces, Dios permite el dolor para enseñarte cuán fuerte puedes ser con Él a tu lado.
Si hoy estás triste, haz esto:
Habla con Dios, aunque sea con un suspiro. Él escucha.
No te aísles. Busca una palabra amiga, un abrazo, una canción que levante tu alma.
Descansa. No todo se resuelve hoy. Mañana traerá nuevas fuerzas.
Dios no se cansa de ti. Aunque te sientas débil, en Él puedes volver a empezar.
“El Señor está cerca de los quebrantados de corazón; salva a los de espíritu abatido.” – Salmo 34:18
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