El robo es una acción condenada por la Biblia, ya que viola el mandamiento de no tomar lo que no nos pertenece. En Éxodo 20:15, uno de los Diez Mandamientos dice claramente: “No robarás”. Este mandato es simple, pero profundo: Dios nos llama a respetar lo que pertenece a otros, reconociendo que la propiedad y los bienes son un regalo de Él.
La Biblia también aborda situaciones relacionadas con la honestidad y la justicia. Por ejemplo, en Proverbios 10:2 se dice: “Los tesoros obtenidos con deshonestidad no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte”. Esto nos enseña que la riqueza obtenida de manera indebida trae consecuencias, mientras que vivir con integridad nos protege y nos acerca a Dios.
Además, el Nuevo Testamento refuerza este principio de manera práctica. En Efesios 4:28 se nos instruye: “El que robaba, no robe más; antes trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad”. Aquí se enfatiza no solo el dejar de robar, sino también el valor del trabajo honesto y de la generosidad.
El mensaje de la Biblia sobre el robo no se limita solo a no tomar lo que no nos pertenece, sino que nos invita a vivir con integridad en todos los aspectos de nuestra vida: en el trabajo, en nuestras finanzas y en nuestras relaciones. Ser honestos y justos nos ayuda a reflejar el carácter de Dios y a vivir en paz con los demás.
Reflexión final:
Robar puede parecer una solución rápida o fácil, pero siempre tiene consecuencias espirituales, emocionales y sociales. La Biblia nos llama a vivir con honestidad y generosidad, confiando en que Dios proveerá para nuestras necesidades. Practicar la integridad nos acerca a Dios y nos permite ser un ejemplo positivo para quienes nos rodean.



