La motivación es la fuerza que impulsa nuestras acciones, decisiones y sueños. Pero no toda motivación es buena. La Biblia nos enseña que la verdadera motivación nace del amor a Dios y del deseo de hacer Su voluntad, no del ego, la ambición o el orgullo.
✨ La motivación correcta viene del corazón
En Proverbios 16:2 leemos:
“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión,
pero Jehová pesa los espíritus.”
Esto significa que Dios no solo mira lo que hacemos, sino por qué lo hacemos. La motivación detrás de nuestras acciones es tan importante como el resultado.
Cuando actuamos con un corazón sincero, buscando agradar a Dios, nuestra vida cobra un propósito eterno.
💬 La motivación egoísta no agrada a Dios
La Biblia advierte contra las motivaciones centradas en el orgullo o en la búsqueda de reconocimiento.
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” — Filipenses 2:3
Dios desea que nuestras acciones nazcan de un espíritu humilde y amoroso, no del deseo de destacar o recibir aprobación humana.
❤️ La motivación correcta: servir y amar
Jesús es el mejor ejemplo de motivación pura. Él dijo:
“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir.” — Mateo 20:28
Cuando servimos a los demás con amor, sin esperar recompensa, imitamos a Cristo. Esa es la motivación que agrada a Dios: el deseo de amar y bendecir.
⚡ La motivación viene también de la esperanza
La esperanza en Dios renueva nuestras fuerzas y motiva nuestro corazón.
“Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas.” — Isaías 40:31
Cuando ponemos nuestra mirada en las promesas de Dios, encontramos energía para seguir adelante, incluso cuando las circunstancias parecen difíciles.
🌻 La motivación en el trabajo y los sueños
La Biblia no está en contra de tener metas o ambiciones, pero nos enseña a orientar todo hacia Dios.
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” — Colosenses 3:23
El cristiano trabaja, estudia y lucha con excelencia no para impresionar, sino para glorificar a Dios con su esfuerzo.
🙏 Conclusión
La verdadera motivación no proviene del deseo de éxito, poder o fama, sino del amor y la fe en Dios.
Cuando nuestras acciones están guiadas por el Espíritu Santo, encontramos propósito, alegría y paz en todo lo que hacemos.
“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” — 1 Corintios 15:58