La autoridad es un tema central en la Biblia. Desde el principio, Dios establece estructuras de autoridad para mantener el orden, la justicia y la paz. Sin embargo, la Biblia también enseña que toda autoridad humana está sujeta a la autoridad suprema de Dios. Comprender este equilibrio es esencial para vivir con sabiduría y humildad.
La autoridad proviene de Dios
La Escritura enseña que toda autoridad legítima tiene su origen en Dios. No es una invención humana, sino una forma en la que Él gobierna el mundo y guía a las personas.
“No hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”
— Romanos 13:1
Esto significa que respetar la autoridad es, en cierto modo, respetar el orden que Dios ha establecido. Sin embargo, este respeto no implica obediencia ciega, sino discernimiento espiritual para reconocer cuándo una autoridad actúa conforme a la voluntad de Dios.
Jesús, ejemplo de obediencia y autoridad
Jesucristo mostró el equilibrio perfecto entre someterse a la autoridad y ejercerla con justicia. Aunque era el Hijo de Dios, se sujetó voluntariamente a las leyes humanas mientras cumplían el propósito divino.
“Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.”
— Mateo 22:21
Jesús enseñó que la autoridad debe ser usada para servir, no para dominar. Cuando los discípulos discutían sobre quién sería el mayor, Él les dijo:
“El que quiera ser grande entre vosotros será vuestro servidor.”
— Mateo 20:26
En Cristo comprendemos que la verdadera autoridad nace del servicio y la humildad, no del poder o la imposición.
La autoridad en el hogar y la comunidad
La Biblia también enseña sobre la autoridad dentro de los distintos ámbitos de la vida: la familia, la iglesia y la sociedad. En cada uno de ellos, el propósito de la autoridad es guiar, proteger y edificar, no controlar ni abusar.
En el hogar, por ejemplo, se establece un orden basado en el amor y la responsabilidad:
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.”
— Efesios 6:1
“Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
— Efesios 6:4
De igual forma, en la iglesia, los líderes deben servir con humildad y ejemplo:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente.”
— 1 Pedro 5:2
Cuando la autoridad se opone a Dios
La Biblia también reconoce que existen autoridades que actúan en contra de los principios divinos. En esos casos, los creyentes están llamados a obedecer a Dios antes que a los hombres:
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
— Hechos 5:29
La obediencia a Dios siempre es prioritaria, pero debe ejercerse con respeto, prudencia y firmeza espiritual. La desobediencia civil en la fe no busca el caos, sino mantener la fidelidad al Reino de Dios.
Conclusión
La autoridad, según la Biblia, es un don y una responsabilidad. Dios la concede para el bien común, no para la opresión. Los cristianos están llamados a respetarla cuando actúa conforme a la justicia, y a mantenerse firmes cuando se aparta del propósito divino.
En un mundo donde la autoridad muchas veces se malinterpreta o se abusa, la Palabra de Dios nos recuerda que la verdadera autoridad es la que sirve, guía con amor y actúa bajo el temor del Señor.



